domingo, 9 de abril de 2017

SI DESCONOCES LO GRAVE QUE ESTÁS...



Si alguien no sabe lo enfermo que está, jamás acudirá al médico por tratamiento o medicina que le ayude a sanar, mejorar o controlar su condición. Ésto en cuanto a la parte física.

De igual manera ocurre con la vida espiritual. Si se desconoce el estado tan deplorable en el que se encuentra el ser humano, a causa de la caída, difícilmente sentirá la necesidad de un Salvador, y un Salvador para qué? si estoy "bien", si no soy tan "malo" como otros, podría afirmar alguno, olvidando o desconociendo Rom. 3:9-12; y la "aguada" predicación actual no ayuda, pues por una parte están los que no le encuentran sentido y no requieren de un Salvador, porque confían en que sus propias obras los salvarán Efe. 2:8-9, ignorando que el único capaz de salvar es Dios Lc. 18:26-27, porque a esto se refiere este pasaje en el Evangelio de Lucas, a la incapacidad del hombre de salvarse a sí mismo, a nada más, como tanto se escucha hoy.

Y por otro lado están quienes creen que Jesús es su "genio de la lámpara" y que con sólo invocarlo y el poder de su sangre derramada, sirve para todo propósito. Este grupo busca a Jesús por lo que El les puede dar tal como los protagonistas de Juan 6:26-27, y no por lo que El es y representa. Ingenuamente creen que si van a la iglesia y buscan a Jesús, El los sacará de deudas, hará que consigan trabajo o hagan el negocio de sus vidas, restaurará su matrimonio, les ayudará con sus hijos rebeldes, drogadictos u homosexuales; los sanará de alguna enfermedad, o mejor aún, no dejará que se enfermen. Tan arraigada está esta concepción de Cristo hoy día, que cobran vigencia, como siempre y con mucha fuerza, las palabras del Apóstol Pablo en 1 Cor. 15:19.

Amig@ que lees ésto y que quizá te identifiques con alguno de los dos grupos de personas expuestos arriba, ruego a Dios por ti, para que abra tus ojos y toque tu corazón, y te permita ver y ser consciente de tu verdadera condición y de la gran necesidad que tienes de un Salvador, Jesucristo el Señor, sin el cual ninguno verá a Dios Juan 14:6.

Acude a El en arrepentimiento y fe, y El, que es fiel y justo, te perdonará y lavará tus pecados. Doblega tu orgullo y reconoce que no hay nada que puedas hacer en tus propias fuerzas o con tu sabiduría para alcanzar la Salvación que tanto necesitas. 

"Un corazón duro y no arrepentido saca al hombre de la esfera de la Gracia Divina. Un hombre orgulloso en su moralidad es insensible a la necesidad de un Salvador." Ps. Pablo Andrés Prieto.


Bendiciones, Gracia y Paz





inspirado en la prédica "La miserable condición del hombre ante el juicio de Dios. Juzgado por sus obras." Basada en Rom. 2:5-11. Ps. Pablo Andrés Prieto Sánchez.