Este hermoso himno, inspirado en el tan conocido pasaje de la tormenta que calmó Nuestro Señor Jesucristo, tocó mi corazón de una manera especial. Aunque ya lo he escuchado y entonado muchas veces tanto en el culto dominical, en mi iglesia local, como fuera de ella, no le había prestado la debida atención, y en los últimos días su melodía, pero sobretodo su letra ha estado resonando en mi cabeza, lo cual me ha hecho meditar sobre el pasaje y cada una de las estrofas de este himno, cuyo resultado son estas líneas que por la Gracia de Dios, hoy comparto.
La historia, como ya mencioné, muy conocida por todos, se desarrolla en el Mar de Galilea, dentro de una barca, en la cual viajan Jesús y sus discípulos, cuando de repente, una gran tempestad llega sobre ellos, quienes se angustian porque piensan que van a morir, y dicha angustia crece al ver que su Maestro, a pesar de lo que pasa a su alrededor, duerme plácidamente.
Todo claro hasta ahí; lo que yo no había alcanzado a dimensionar e interiorizar completamente, era que más allá de a lo que el pasaje apunta, que es, por una parte a demostrar quién es Jesús (Dios hecho hombre), y por otra, probar la fe de los discípulos, es que somos esa barca, cada creyente, en el que habita el Espíritu Santo de Dios, se convierte en esa barca, inmersa en el océano de este mundo, donde rugen los vientos de desesperanza, se levantan las olas de la duda e incredulidad, donde el pecado acecha en cada rincón... y lo que nunca debemos olvidar es que si andamos en la voluntad de Dios, al ser esas barquillas donde va el Señor, no nos hundiremos, no naufragaremos, porque Nuestro Señor y Salvador está ahí, para calmar las tormentas, cualquiera que estas sean, y llenarnos de esa paz que sobrepasa todo entendimiento y podamos entonar con gozo y fe... "Maestro, pasó la tormenta, los vientos no rugen ya, y sobre el cristal de las aguas el sol resplandecerá. Maestro, prolonga esta calma, no me abandones más: Cruzaré los abismos contigo, gozando bendita paz."
Eres tú una barca en la cual viaja Jesús?
Padre, que se haga tu voluntad en nuestras vidas para que podamos gozar de esa paz que solo Tú nos puedes dar, incluso en nuestros momentos más difíciles. Que esta sea nuestra oración diaria, amén.
Bendiciones, Gracia y Paz