El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro). (Juan 1:35-42.RVR1960).
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús. Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.(Juan 6:24-29.RVR1960).
Luego de que Juan el Bautista cumpliera con su sagrada misión de preparar el camino del Mesías, anunciando su venida, vemos en este trozo de la Palabra en el evangelio de Juan, que dos de sus discípulos comenzaron a seguir a Jesús, sólo porque escucharon a su anterior maestro (Juan el Bautista) decir “He aquí el Cordero de Dios.” No necesitaron más, no hubo ningún tipo de milagro, nadie sanó ni resucitó en aquel momento; tan sólo el cumplimiento del anuncio tan anhelado “He aquí el Cordero de Dios.” Lo cual traducía: El Mesías ha llegado, ya está entre nosotros. No me alcanzo siquiera a imaginar la emoción tan grande que pudieron sentir los hermanos Andrés y Simón Pedro al ver a Jesús, el Cristo, quienes desde ese momento, no dejaron de seguirle.
Contrasta este pasaje con el registrado en Juan 6:24-29. En el anterior, Jesús les pregunta a los hermanos cuando ve que lo siguen, qué buscan? En el siguiente no pregunta, afirma, porque conoce sus corazones y evade la pregunta realizada por la gente que lo buscaba, no por quien El era y lo que representaba, sino por lo que les podía dar, como el mismo Jesús indicó.
Hoy día no es muy distinto. La mayoría de la gente acude a una iglesia, (independientemente de su denominación) buscando muchas cosas menos a Dios; buscando que Dios complazca sus deseos y necesidades, en vez de anhelar su presencia en sus vidas; buscando solución a problemas, pero sin compromisos o sacrificios; tratando de llenar un vacío, pero sin querer establecer una real, íntima y sincera relación con El; buscando las añadiduras….
En estos días escuché el mismo relato, contado por dos personas distintas, con motivaciones distintas. El relato es el siguiente: En pleno centro de Manhattan (N.Y.) caminaban un ejecutivo y un indígena; luego de un rato, el indígena le dice al ejecutivo que está escuchando un grillo; el ejecutivo sorprendido, no cree que haya ningún grillo y le responde que cómo es posible que escuche ese sonido en medio de semejante barullo. Continúan su caminata y unos pasos más adelante, el indígena atrapa al grillo, diciendo: escuchamos lo que queremos escuchar… y le solicita unas monedas al ejecutivo, las cuales lanza al piso. Al tintinear, algunas personas alrededor, se dieron vuelta buscando el origen del sonido. Volvió a afirmar el indígena, ves? La gente escucha lo que quiere escuchar.
Por esta razón, cada persona elige quedarse en la congregación donde le dan lo que quiere.
Jesús también dijo “pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,… (Juan 10:26-27.RVR1960).
Así como lo siguieron sus dos primeros discípulos Andrés y Simón Pedro.
Te invito a que en tu intimidad con el Señor, le respondas a Jesús su pregunta “Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?”
Y a que te cuestiones y te respondas los siguientes interrogantes....
qué estás escuchando.....?
a qué o a quién estás siguiendo?
cuál es tu motivación?
Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33.RVR1960).
Amad@s, comienza el mes de diciembre, se acerca la Navidad, época de reflexión, de detenernos y corregir, de volver a empezar.
Hoy quiero orar por ti que lees esto, para que sea Dios en su infinita misericordia y a través de su Santo Espíritu, guiándote a toda verdad, pido al Dios del cielo, a nuestro Padre Celestial que te de sabiduría, que te llene de su amor y su paz, la que sobrepasa todo entendimiento; que tu corazón sea tocado por Su Palabra y tu vida transformada; mi oración por ti hoy es que tomes la decisión como aquellos dos primeros discípulos y sigas a Jesús, el Mesías…en Su nombre, amén y amén.
Bendiciones, Gracia y Paz.