En este hermoso salmo de David podemos observar un poco la estructura de la oración modelo que Jesús nos enseñó.
El salmista comienza alabando a Dios. Verso 1. A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Luego expresa su confianza en El, y a continuación expone sus peticiones entrelazadas con afirmaciones acerca del carácter de Dios.
[3] Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
[6] Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas.
Todo ésto lo vemos en los primeros 7 versos. Pero a partir del verso 8, la dinámica cambia. David ya no pide, ahora afirma, pues está seguro de y en Su Señor. Al conocer a Dios como bueno y recto, el salmista está seguro de que responderá a sus peticiones. Versos 8, 9, 12, 14 "Por tanto... Enseñará, encaminará, hará conocer, sacará..." A quienes? Versos 8-10, 12,14-16, "pecadores, humildes, mansos, los que guardan Su pacto, al que le teme, afligidos".
Y termina, a partir del verso 18, con las mismas 2 peticiones que culminan el Padre Nuestro. "Perdona todos mis pecados". Verso 20 "guarda mi alma y líbrame".
Es realmente maravilloso ver en las Escrituras cómo todo encaja, todo cobra sentido, todo se relaciona, pues es un libro que narra una historia: la historia de redención, cuyo protagonista es uno solo: Jesucristo, su tema principal es la Gracia, y cuyo autor supremo es Dios.
Bendiciones, Gracia y Paz
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