martes, 26 de julio de 2016

NO ERAMOS MAS QUE UN MONTÓN DE HUESOS SECOS


Ezequiel 37:1-10….El Señor puso su mano sobre mí y fui llevado por el Espíritu del Señor hasta un valle que estaba lleno de huesos….(Ezequiel 37:1-10.NTV)

Después de la caída de Adán en el edén (historia, creo que todos conocemos), toda la humanidad, absolutamente toda, quedó en la misma condición: “caída”, es decir, muertos espiritualmente, por lo cual a eso también le sumamos nuestros propios pecados, ya que está en nuestra naturaleza… Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados…. que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) (Efesios 2:1;5) y la única manera que un muerto espiritual cobre vida, es siendo expuesto a la Palabra de Dios, como lo dice claramente este pasaje del libro del Profeta Ezequiel; un muerto espiritual necesita la predicación del Evangelio, del verdadero Evangelio, no uno diluído que promete bienestar físico y material.

Medita sobre esta hermosa Palabra, esta maravillosa promesa de Dios Nuestro Señor, la que debería ser predicada a voz en cuello desde cada púlpito para traer vida y verdadera esperanza a todo creyente.

Cuánta nobleza y humildad del profeta, obedeciendo a Dios y transmitiendo el mensaje fielmente, tal y como el Señor se lo indicaba “….Hijo de hombre, ¿podrán estos huesos volver a convertirse en personas vivas? Oh Señor Soberano —respondí—solo tú sabes la respuesta… Porque por su Gracia somos salvos, y sólo El sabe a quienes predestinó para serlo. Pero aún así, Dios ordena predicar a los “huesos secos” (muertos espirituales)… Entonces me dijo: —Anuncia un mensaje profético a estos huesos y diles: “¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Atención! ¡Pondré aliento dentro de ustedes y haré que vuelvan a vivir!... Pondré aliento en ustedes y revivirán. Entonces sabrán que yo soy el Señor”….. Así que yo anuncié el mensaje, tal como él me dijo. Luego me dijo: «Hijo de hombre, anuncia un mensaje profético a los vientos. Anuncia un mensaje profético y di: “Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Ven, oh aliento, ven de los cuatro vientos y sopla en estos cuerpos muertos para que vuelvan a vivir!’”». Así que yo anuncié el mensaje como él me ordenó y entró aliento en los cuerpos. Todos volvieron a la vida y se pusieron de pie; era un gran ejército. (Ezequiel 37:4-7;9-10. NTV).

Será que este pasaje se puede aplicar a cualquier cosa que esté muerta en nuestra vida para que vuelva a vivir? Será que si declaramos y confesamos esta palabra, como si fuésemos profetas modernos funciona? Como por ejemplo: nuestra salud, nuestras finanzas y negocios, nuestro matrimonio o familia? NO rotundo. La aplicación práctica para nuestra vida, es que antes estábamos muertos a causa del pecado y hoy, gracias a la obra redentora de Jesucristo en la cruz, somos salvos y tenemos vida eterna, para la Gloria de Dios Padre y no como resultado de haber repetido una bien gastada “oración” o “confesión de fe” pública, sino por el efecto restaurador y transformador del Espíritu Santo que trae consigo el escuchar la Palabra de Dios… Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:17.RV60). Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo. (NTV)

Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo. ¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? ¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: «¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!». Sin embargo, no todos aceptan la Buena Noticia, porque el profeta Isaías dijo: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?» Pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo» (Romanos 10:9-10;13-16. NTV).

Invocar (del griego epikaloumai) = Apelar. Su significado es más profundo que el normalmente y liviano “llamar” o “pronunciar”. Cuando apelas a algo o a alguien implica también dependencia y es a eso precisamente a lo que se refiere Romanos 10, a que dependemos completamente de Jesucristo y su obra para ser salvos; que no basta con tan sólo repetir una oración pública sin haber escuchado el verdadero evangelio; que declarar tu fe también implica vivir conforme a Su voluntad y esa sólo se conoce a través de Su bendita Palabra, la que sólo oirás si te predican la verdad, si lees y estudias la Biblia, si eres de sus ovejas y que no hay absolutamente nada más que podamos hacer para “alcanzar”, “lograr”, “obtener” o “ganar” la salvación, pues en Cristo la obra está completa, El ya hizo todo lo que podía hacerse, su sacrificio es suficiente. “Consumado es”.

Gracias Jesús por tu sacrificio único y suficiente, por reconciliarnos con Dios; gracias Señor por tus planes maravillosos para nosotr@s tus hij@s, para devolvernos la vida, como a esos huesos secos. (Jeremías 29:11).



Bendiciones, Gracia y Paz

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