Siempre había escuchado que la fe mueve montañas, que debía tener mucha fe, que el tamaño de mi fe era directamente proporcional a la obtención de mis sueños y anhelos, que si no veía resultados en mi vida era porque no tenía la fe suficiente. Debo confesar que por algún tiempo creí estas afirmaciones y me sentí frustrada y culpable ante Dios, quien en su infinita misericordia y por su gracia y para su gloria me mostró lo siguiente:
Después los seguidores se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado: —¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? Jesús les dijo: —Eso fue porque ustedes tienen muy poca fe. Les digo la verdad: si su fe fuera tan sólo como un grano de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí para allá”, y esta se movería. Nada les sería imposible. (Mat. 17:19-20.PDT)
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Rom. 12:3.RV60).
Fijemos nuestra mirada en Jesús, en quien la fe empieza y termina. En vez del gozo que podía haber tenido, sufrió la muerte en la cruz y aceptó la humillación como si no fuera nada. Después se sentó a la derecha del trono de Dios. (Heb. 12:2.PDT).
Jesús le dijo: —No digas: “Si puedes hacer algo”, todo es posible para el que cree. (Mar. 9:23.PDT)
Entonces los llevó afuera y les dijo: —¿Qué debo hacer para ser salvo? Le respondieron: —Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y todos los de tu casa. (Hec. 16:30-31.PDT)
Cuando sus seguidores vieron esto, se sorprendieron y dijeron: —¿Cómo se secó la higuera y murió tan rápido? Jesús les respondió: —Les digo la verdad: si ustedes tienen fe y no dudan, no solamente serán capaces de hacer lo que yo hice con la higuera. Es más, podrán decirle a esta montaña: “Levántate y lánzate al mar” y así sucederá. Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración. (Mat. 21:20-22.PDT)
Repasando estos pasajes, con la ayuda del Espíritu Santo, pude comprender que el tamaño de la fe no es lo importante, porque a todos Dios nos dio una medida de fe. Lo que sí es realmente importante es el objeto de la misma; es decir en quien está puesta nuestra fe (Jesús el autor y consumador).
El no lograr algunas cosas no implica necesariamente fe insuficiente; sino mas bien que nuestra fe está puesta en nosotros mismos, en que en nuestras fuerzas podemos hacer algo y Mateo 17 lo dice claramente, una fe tan pequeña como un grano de mostaza pero en Dios, no en nosotros y acompañada de oración conforme a Su voluntad, puede hacer cualquier cosa, pues nada hay imposible para Dios.
Señor hoy te pedimos que esa medida de fe que nos has dado a cada uno, sea puesta únicamente en ti, no para mover montañas, pues sólo era una ilustración, sino para vivir para glorificarte, para obedecerte, permanecer fieles y firmes, totalmente dependientes de ti, conscientes de que apartados de ti, nada podemos hacer. Te lo pedimos y te damos gracias en el nombre de Jesús, confiados en que tu harás conforme a tu perfecta voluntad. Amén.
Bendiciones, Gracia y Paz
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