1. Todo es del Señor
En ningún momento pienses que “le estás haciendo un favor a Dios” con tus ofrendas. Todo es suyo. Tú casa, tu coche, tu familia, tu dinero y tu vida. Pero Él es tan generoso, que todo lo que es suyo deja que lo llames “mío”. Cuando ofrendamos, no hacemos más que darle al Señor una pequeña parte de lo mucho que Él nos da.
2. La ofrenda es algo espiritual, no material
No se trata de ofrendar simplemente para cubrir los gastos de la iglesia. Nuestro uso del dinero expresa las prioridades de nuestro corazón. Usamos el dinero en aquello que nos interesa, aquello que amamos, o creemos que es importante. ¿En qué inviertes tu dinero? ¿Libros, pasatiempos, deporte, dulces, ropa? ¿Qué prioridad tienen las cosas del Señor en tu vida? ¿Qué importancia le das a la iglesia local y a la extensión del Reino? El presupuesto mensual es un reflejo de lo que está en nuestro corazón.
3. Ofrenda para el Señor, no para los hombres
La ofrenda es una forma más de expresar nuestra devoción hacia el Señor. En la iglesia que pastoreo en Barcelona, tenemos la costumbre de ofrendar usando un buzón en la sala de cultos, de modo que el creyente pueda ofrendar de forma privada y habiendo meditado delante de Dios. La oración, la lectura de la Palabra, o la ofrenda, son aspectos de nuestra adoración al Señor. Eso quiere decir, lamentablemente, que corremos el peligro de descuidar las ofrendas así como corremos el peligro de descuidar nuestra vida de devoción privada. Pero recordemos que el hecho de que solo Dios vea qué ofrendamos, no hace las ofrendas algo menos importante, sino todo lo contrario.
4. No ofrendes para que Dios te dé; ofrenda porque Dios te ha dado
El mal llamado “evangelio de la prosperidad” presenta el ofrendar como una forma de “negociar con Dios”. Algunos dicen “ofrenda, para que Dios te bendiga”, otros dicen “ofrenda, o Dios te castigará”, y usan algunos pasajes fuera de contexto para justificarse. Recordemos que en el Antiguo Testamento las bendiciones materiales eran sombra y figura de las bendiciones espirituales bajo el Nuevo Pacto. Hoy, Cristo es nuestra Tierra Prometida y todas las bendiciones celestiales las tenemos en Él (Ef. 1:3). No creemos que debamos ofrendar “para que Dios nos bendiga” sino al revés. Ofrendamos, porque Dios nos ha bendecido. ¿Te ha dado algo el Señor? ¿Tienes sustento y abrigo? ¿Dios provee para ti cada día? Nuestras ofrendas no son para “negociar” con Dios, sino una muestra de nuestra gratitud y devoción por su bondad y generosidad con nosotros.
5. Ofrendar es un privilegio
Hay causas muy nobles en las cuales vale la pena invertir dinero, pero no hay causa más excelente que la obra de la extensión del evangelio. No es de extrañar que haya creyentes que hayan ofrendado mucho para el avance del Reino. Vale la pena. Quien ha encontrado el tesoro escondido, ya no tiene el mismo apego a las cosas terrenales. Si Dios entregó lo más precioso, su Hijo, y el Hijo entregó lo más precioso, su vida, el cristiano es por naturaleza alguien que da generosamente porque ha sido objeto de la generosidad de Dios y desea que muchos más escuchen del camino de salvación.
6. Ofrendar es una responsabilidad
En algunos casos Dios ha usado a los incrédulos para proveer para su causa, como cuando los egipcios entregaron el oro a los hebreos. Pero en general, ese no es el caso. Los creyentes son los que con sus ofrendas envían misioneros, sostienen a sus pastores, construyen sus iglesias, etc. El apoyo de cada iglesia local es una responsabilidad de los miembros que la componen. El creyente puede ofrendar de muchas maneras, y a muchos lugares, pero nunca debiera de obviar esta responsabilidad principal con su propia iglesia.
7. Ofrenda con generosidad
No se trata de debatir si hemos de dar el diezmo, o más, o menos. En el Antiguo Testamento el diezmo era parte de la ley, y no había uno sino varios diezmos (Dt. 26:12-13). Normalmente, quien cuestiona el diezmo no es porque quiera ofrendar más. El diezmo ha quedado para nosotros como una medida de lo que ofrendar, no una imposición. Hay momentos en los cuales no nos es posible dar el diezmo, y otros momentos en los que el diezmo será muy poco. Cada uno ofrende “según haya prosperado” (1 Co. 16:2). En el Nuevo Pacto la ofrenda obedece a principios espirituales, y debe ser generosa, en amor, y con gozo, porque la ofrenda brota de la actitud de adoración de un corazón agradecido, y está expresando nuestra dependencia de Dios (Lc. 21:3-4).
8. La ofrenda es una inversión espiritual
En 2 Corintios 9 el apóstol Pablo da instrucciones sobre cómo ofrendar. En el v.6 escribe “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. Todos queremos ver pecadores venir a Cristo, y bautismos, y nuevas iglesias, y el evangelio llegando a todas las naciones, pero para segar es necesario sembrar. Dios usa el esfuerzo, el tiempo, y las ofrendas de los creyentes para traer fruto espiritual en su tiempo. No veamos las ofrendas como dinero perdido, sino como dinero invertido en una causa con implicaciones eternas.
9. Ofrenda con gozo
Nos recuerda también 2 Co. 9:7 que hemos de ofrendar “no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Recuerda, que la ofrenda es parte de tu culto al Señor. ¿Acaso cantas enfadado, y oras con fastidio? ¡Claro que no! Pues tampoco ofrendes con tristeza. Que aquello que decidas ofrendar sea con alegría y gratitud en tu corazón, porque no solo ofrendas dinero. La mejor ofrenda que los magos trajeron a Belén no fue el oro, ni el incienso, ni la mirra, sino la actitud de verdadera adoración (Mt. 5:23-24).
10. Ofrenda medidamente
De nuevo 2 Corintios 9 expresa claramente “Cada uno dé como propuso en su corazón”. La ofrenda no se debe improvisar el domingo, rascando en el bolsillo a ver qué encuentro. Cuando el dinero llegue a tus manos, ya sea el salario, o un regalo, o una herencia de tu bisabuelo, decide en oración delante del Señor qué hacer con ello. ¿Vas a ofrendar? ¿Cuánto? ¿Tienes la actitud correcta en tu corazón? Y según hayas meditado, prepara tu ofrenda para llevarla el domingo. En el caso de aquellas familias donde haya varios salarios y una sola administración, la familia debe decidir junta qué van a ofrendar. En el caso de ser el único creyente en casa, decide qué vas a ofrendar con el consentimiento de tus padres, o de tu esposo, o de tu esposa. Seamos sabios, y recordemos que todo es de Dios.
“De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos”. (Sal. 24:1-2)
Bendiciones, Gracia y Paz.
Autor: David Barceló.
Fuente: Tomada de la página Soldados de Jesucristo