jueves, 24 de marzo de 2016

UNA PRÁCTICA NOVEDOSA


Quien popularizó este estilo de llamado al frente y la oración pública de fe fue Charles Grandison Finney, (29 de agosto de 1792 – 16 de agosto de 1875).

Él implantó una novedosa forma de ayudar a Dios a captar la atención de personas. Y digo novedosa porque entre los siglos I y XVIII, la iglesia NUNCA lo hizo así.

Para Charles Grandison, la depravación del hombre era simplemente una “actitud voluntaria de la mente,” y no algo con lo que nacen los seres humanos. Por lo tanto, su conversión dependía de que la voluntad humana fuera convencida o persuadida por el predicador para mover esa voluntad hacia decidirse por Cristo y desechar el pecado.

Qué triste y desafortunada conclusión, porque el ser humano nace muerto espiritualmente, esclavo del pecado y ciego, incapaz de comprender (aceptar) la palabra de Dios.

El ser humano no puede convencer de pecado; de hecho, el hombre necesita de vida espiritual; y esta vida espiritual sólo viene por la acción de la Palabra de Dios unida a la presencia del Espíritu Santo:

"La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo."
(Salmo 19:7)

"Y cuando El venga (El Espíritu Santo), convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8)

Por la obra de Dios, algunos receptores del evangelio oirán el llamado celestial y en respuesta tendrán fe y correrán a Jesucristo.

Esto es una acción divina y no sucede cuando el hombre lo requiere, sino cuando Dios lo decreta.

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios." (Juan 1:12-13)

El hombre no puede manipular la obra de Dios; no podemos apresurarla, pero tampoco detenerla !!!

"Como no sabes cuál es el camino del viento, o cómo se forman los huesos en el vientre de la mujer encinta, tampoco conoces la obra de Dios que hace todas las cosas." Eclesiastes 11:5.

Bendiciones, Gracia y Paz


Autor: Diego Barragán

No hay comentarios: