Ayer aprendí de mi Pastor lo peligroso de una falsa doctrina, ya que uno vive, piensa, se esfuerza, planea, desea y ve las cosas de acuerdo a lo que cree; por lo cual la doctrina es fundamental.
Es triste ver cómo algunos de los que se dicen creyentes, que están bajo la influencia de una falsa doctrina andan igual e incluso peor que la gente del mundo; con los mismos afanes cotidianos, angustias, hambre y sed de poder, inmersos en la vana sensación de seguridad y estabilidad económica que les brinda un "buen empleo", con la ambición de "poseer" aquello a lo que supuestamente tienen derecho por ser hij@s del rey.
Es triste ver cómo los padres que se dicen creyentes, están más preocupados por los bienes materiales, comodidades, viajes y paseos y asegurarles un buen futuro económico a sus hijos, que por congregarse como familia cada domingo para que reciban alimento espiritual, y así crezcan con amor, temor y reverencia a Dios, y quizá por la misericordia del Señor, logren así asegurarles un futuro eterno.
Y ésto es lo peligroso de la falsa doctrina; mantiene a la gente tan entretenida con los asuntos temporales, que descuidan lo verdaderamente importante: Lo Eterno. La falsa doctrina crea un sofisma de distracción que apunta a lo inmediato, al aquí, al ahora; al bienestar en esta tierra, durante nuestra vida actual.
Y como bien dijo el apóstol Pablo a los Colosenses...."Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra." (Colosenses 3:1-2. RVR1960).
Y a los Corintios...."Y si nuestra esperanza en Cristo es sólo para esta vida, somos los más dignos de lástima de todo el mundo." (1 Corintios 15:19. NTV).
Así que amig@ lector, quiero dejarte además esta reflexión. La doctrina importa porque lo que uno cree, finalmente es determinante de cuál será su destino eterno. Ps. Gabriel Prieto Sánchez.
Que el Espíritu Santo te guíe a toda verdad, iluminando su palabra y sellándola en tu corazón, en el nombre de Jesús, amén.
Bendiciones, Gracia y Paz.
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