jueves, 27 de junio de 2019

Invitación a orar por los perdidos


Amado Padre Celestial,

Te alabamos porque eres Redentor, Salvador y Señor. Sabemos y creemos que no hay hoyo tan profundo donde Tu amor no pueda alcanzarnos. Entendemos que Tus misericordias son nuevas cada mañana, grande es Tu fidelidad.

Tú conoces nuestros corazones, escuchas nuestras oraciones y te preocupas por todo lo que nos concierne. Comprendes la carga que llevamos y cómo queremos, más que nada, ver a nuestros seres queridos venir a Ti. Ayúdanos a recordar lo inmenso de Tu amor y que deseas extender Tu perdón, misericordia y esperanza.

Señor, te pedimos que detengas los planes del enemigo sobre nuestros seres amados, a quienes presentamos ante ti ahora mismo. Oramos para que sus planes sean demolidos y que Tus planes para el bien, el futuro y la esperanza, prevalezcan. 

¿Abrirías los ojos ciegos para que vean Tu verdad? 
¿Rescatarías a aquellos que caminan en la oscuridad y sanarías las heridas profundas de aquellos que han sido heridos?

Pues Tu viniste con buenas noticias para los pobres, a curar a los quebrantados de corazón, proclamar la libertad a los cautivos y oprimidos y a dar vista a los ciegos, y en ello creemos y confiamos.

Aunque merecíamos la muerte por nuestro pecado, Tu tomaste nuestro lugar, recibiste el pago por nuestra iniquidad. Tú elegiste morir, para que nosotros podamos vivir eternamente y para siempre, sólo por tu Sublime Gracia.

Señor, perdona nuestra incredulidad. Perdona las veces en que dudamos que puedas cambiar un corazón distante. Perdona cuando hemos endurecido nuestro corazón, o cuando nuestro cansancio u olvido nos han impedido "orar sin cesar".

Recuérdanos cómo has cambiado nuestros propios corazones. Cómo tu milagro de vida y esperanza ha brotado profundamente desde dentro de nuestras almas. Te amamos Señor, te necesitamos y te agradecemos que escuches nuestras oraciones.

Gracias por el regalo de nuestro Salvador, Emmanuel. Gracias por ayudarnos a perseverar hasta el fin. Gracias por Tu infinita bondad y amor.

En el nombre de Jesus, amén.


Bendiciones, Gracia y Paz.




Inspirado en el texto de Debbie McDaniel

jueves, 20 de junio de 2019

Qué sucede cuando Dios cambia tus planes?


Mi vida no ha salido como esperaba. No cambiaría mi vida, pero no estoy viviendo la vida que imaginaba cuando era más joven. Me pregunto cuántos de ustedes se sienten de la misma manera.

A los 35 años, esperaba tener una carrera, haberme radicado en otro país, y haber aprendido un par de idiomas. En cambio, a esa edad, no pude terminar una carrera, seguía viviendo en el mismo lugar y hablando sólo mi idioma nativo.

También hay cosas que nunca esperé haber vivido, como el haber cuidado de mi madre por casi 25 años que duró su enfermedad, o experimentar la muerte de mi padre tan pronto.

¿Qué esperabas de la vida? ¿Pensaste que irías a la universidad, comprarías una casa o soñaste con viajar? ¿Esperabas estar saludable? ¿Esperabas casarte ya? O, ¿pensaste que nunca lo harías y ahora tienes un esposo, dos hijos y un perro?

Hoy quiero compartir contigo una historia bíblica con un final inesperado. Se trata de la historia sobre una mujer llamada Rut, cuya vida no resultó como ella esperaba, de la cual hay un libro entero de la Biblia dedicado a ella. Es una lectura rápida con solo cuatro capítulos. (si no lo has hecho, te animo a leerla completa).

Rut se casó con un inmigrante y murió poco después, junto con su cuñado y su suegro. Después de estas tragedias, su suegra, Noemí, decidió regresar a su tierra natal con sus nueras, Rut y Orfa, y así las tres mujeres recogieron sus pertenencias y comenzaron a caminar hacia Belén.

A las pocas horas de viaje, Noemí les dice a Rut y Orfa, que regresen con sus familias. Orfa besa a su suegra y regresa. Agradecida de regresar con su gente y la única vida que ha conocido. Rut tenía que tomar una decisión. En ese momento, su vida no era lo que ella esperaba.

La Biblia nos dice muy poco del pasado de Rut. No sabemos si tenía un hogar al que valiera la pena regresar o si un futuro desconocido era mejor que el pasado que dejaría atrás.

Noemí le pide de nuevo que se vaya, pero Rut responde: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. (Rut 1: 16-17  RVR1960).

La vida de Noemí tampoco había sido como esperaba y mucho menos su intento de enviar a su nuera a casa. Me imagino a Noemí cansada y llena de preguntas para Dios, pero agradecida por la compañía de Rut. Juntas, viajan y llegan a la ciudad natal de Noemí. Las cosas fueron difíciles para las dos viudas, tanto, que Noemí les dice a sus amigos de la infancia: "No me llamen Noemí. Llámenme Mara porque el Todopoderoso ha hecho que mi vida sea muy amarga".

Rut pasó sus días detrás de cosechadoras recogiendo tallos de granos caídos. Booz, uno de los parientes de Noemí, reconoció a Rut y le permitió recoger restos en sus campos. Para no hacer larga la historia, Rut y Booz se casan y tienen un hijo, Obed, padre de Isaí, padre del rey David, que se convierte en rey de Israel.

Lo maravilloso y que me anima es que Rut nunca podría haber esperado que algún día sería la bisabuela de un rey, ni mucho menos que fuera antepasado del Rey de Reyes y Señor de Señores, Jesucristo.

Sabemos cómo funcionaron las cosas porque hemos leído el final de la historia. Rut no pudo ver el final. Cuando murió, no pudo saber el papel que jugó en cambiar el mundo. Ella solo habría mirado atrás y pensado: "Bueno, ¡mi vida no fue como la esperaba!"

Creo que la mayoría de nosotros nunca sabremos cómo los giros y vueltas en nuestras vidas tendrán un impacto en la eternidad. Sin embargo, Dios lo sabe, El está en control de todas las cosas.

Tal vez eres como yo; Tal vez la vida no haya salido como esperabas. Si hoy, estás sentad@ con muchas expectativas no cumplidas, te invito a orar esto:

Dios, nuestras vidas no han salido como esperábamos. A veces estamos igualmente agradecidos, cansados ​​y llenos de preguntas. Enséñanos, Padre, cómo fortalecernos en Ti. Muéstranos, cómo no tener miedo del mañana; y confiar en que Tu tienes el control. Recuérdanos que Tu gracia es suficiente. Llénanos de alegría, paz y deja que nuestras vidas rebosen de esperanza.

Danos lo que necesitamos, cuando lo necesitemos. Danos los ojos que necesitamos para ver cómo estás trabajando todo para nuestro bien.

Dios, ayúdanos a ser valientes y no rendirnos. Haz que levantemos nuestra mirada hacia Ti cuando sentimos que ya no podemos más. Que nuestros ojos y nuestro corazón siempre estén anhelantes de tu pronto regreso. Que tu fortaleza sea nuestra canción y salvación, te lo pedimos en el Nombre de Jesús, Amén.


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Bendiciones, Gracia y Paz






Inspirado en un relato de Wendy van Eyck

jueves, 13 de junio de 2019

Cuando no deseo alabar a Dios




La alabanza no depende de una comprensión de la circunstancia o del juicio. La alabanza depende de la comprensión de quién es Dios realmente y de nuestra disposición a poner nuestra fe en él.

Como seres humanos, nunca entenderemos completamente a Dios mientras estemos en esta tierra. Dios es Santo y sin mancha. Dios es Todopoderoso y Omnisciente. Él es el Creador del universo y, sin embargo, vive en ti y en mí por Su voluntad. ¡Él es el único Dios vivo y verdadero! 

Aprendí que no podía depender de mi propia fuerza o de mis emociones volubles. Dios a menudo me pedía que lo alabara cuando no parecía haber mucho por lo cual alabarlo. No tenía ganas de alabarle. Comencé a entender que la alabanza no es un sentimiento.

La alabanza es una elección, un paso de obediencia tomado sin la seguridad de una circunstancia cambiada o la eliminación de un juicio.

La alabanza se centra en Dios, no en las circunstancias, y fija su mirada en la verdad de Dios  y Su carácter, en lugar de en la prueba en cuestión.

La alabanza comienza y termina con fe en la naturaleza, personalidad e integridad de Dios ... y eso nunca cambia. 

No importa lo que esté por venir, Dios es fiel. No importa cuán sofocante sea la prueba de fuego, Dios está con nosotros y nos dará la salida.

¡Así que alaba a Dios! Agradécele hoy por cada victoria que el mañana traerá.

Oremos

Padre, te alabo hoy por todo lo que has hecho en mi vida. Eres fiel incluso cuando soy infiel. Tu amor me persigue incluso cuando soy desagradable. Tu perdón cubre mi pecado y me libera de su castigo. Te alabo por tu amor y fidelidad hacia mí. Tu presencia en mi vida lo cambia todo, permitiéndome vivir cada momento de cada día, segur@ y feliz de saber que tienes el control. Al enfrentar el hoy, Señor, recuérdame que no importa lo que suceda, ¡puedo alabarte! En el Nombre de Jesús, Amén.



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Nota: traducido del devocional de Girlfriends in God, por Mary Southerland.