jueves, 13 de junio de 2019

Cuando no deseo alabar a Dios




La alabanza no depende de una comprensión de la circunstancia o del juicio. La alabanza depende de la comprensión de quién es Dios realmente y de nuestra disposición a poner nuestra fe en él.

Como seres humanos, nunca entenderemos completamente a Dios mientras estemos en esta tierra. Dios es Santo y sin mancha. Dios es Todopoderoso y Omnisciente. Él es el Creador del universo y, sin embargo, vive en ti y en mí por Su voluntad. ¡Él es el único Dios vivo y verdadero! 

Aprendí que no podía depender de mi propia fuerza o de mis emociones volubles. Dios a menudo me pedía que lo alabara cuando no parecía haber mucho por lo cual alabarlo. No tenía ganas de alabarle. Comencé a entender que la alabanza no es un sentimiento.

La alabanza es una elección, un paso de obediencia tomado sin la seguridad de una circunstancia cambiada o la eliminación de un juicio.

La alabanza se centra en Dios, no en las circunstancias, y fija su mirada en la verdad de Dios  y Su carácter, en lugar de en la prueba en cuestión.

La alabanza comienza y termina con fe en la naturaleza, personalidad e integridad de Dios ... y eso nunca cambia. 

No importa lo que esté por venir, Dios es fiel. No importa cuán sofocante sea la prueba de fuego, Dios está con nosotros y nos dará la salida.

¡Así que alaba a Dios! Agradécele hoy por cada victoria que el mañana traerá.

Oremos

Padre, te alabo hoy por todo lo que has hecho en mi vida. Eres fiel incluso cuando soy infiel. Tu amor me persigue incluso cuando soy desagradable. Tu perdón cubre mi pecado y me libera de su castigo. Te alabo por tu amor y fidelidad hacia mí. Tu presencia en mi vida lo cambia todo, permitiéndome vivir cada momento de cada día, segur@ y feliz de saber que tienes el control. Al enfrentar el hoy, Señor, recuérdame que no importa lo que suceda, ¡puedo alabarte! En el Nombre de Jesús, Amén.



Tienes una petición de oración, ¿necesitas a alguien que ore por ti? deja tus comentarios









Nota: traducido del devocional de Girlfriends in God, por Mary Southerland.

No hay comentarios: