Los cristianos creemos que la Biblia es de origen divino, es decir, que está inspirada por Dios a pesar de que fue escrita por seres humanos. Sin embargo, las críticas modernas han puesto en duda esta aseveración tradicional del cristianismo. El Apóstol Pablo escribe: «Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son una locura; y tampoco las puede entender, porque tienen que discernirse espiritualmente» (1 Co. 2:14).
¿Podemos confiar en la Biblia o quizás corremos el peligro de volvernos locos? ¿Cómo podemos saber que la Biblia es realmente la Palabra de Dios y no una colección de mitos y fábulas inventadas por los hombres?
Las evidencias existentes en favor de que las Escrituras son realmente la Palabra de Dios al ser humano pueden dividirse en dos grandes grupos. Las externas a la propia Biblia y aquellas otras evidencias internas que se desprenden del texto bíblico. Estas son algunas de las evidencias externas a la Biblia:
Su precisión histórica.
La información verídica que comunica.
Las profecías cumplidas.
La forma como resistió a los ataques.
La transformación de las personas.
Y estas son algunas de las evidencias internas a la Biblia:
Su unidad temática.
Su autoridad y veracidad
El hecho de que fue inspirada por Dios y escrita por hombres.
El hecho de que el texto original no contiene errores.
Es evidente que nadie estudia la Biblia para construir un avión o una computadora. El lenguaje bíblico no es científico. Pero la Biblia no es enemiga de la ciencia y nunca habla mal de ella. Tal como escribió el evangelista Juan, la palabra de Dios es verdad (Jn. 17:17).
Todas las verdades expresadas en la Biblia convergen hacia una sola: al Cristo-Verdad, en el que se ha dado a conocer el Padre, y en dicha Verdad se nos abre la posibilidad de vivir plenamente como hijos de Dios. En Mateo 5:18, Jesús dijo: «Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni siquiera un punto o una coma se quitará de la ley, hasta que todo se cumpla». Si el Maestro creía que cada palabra y cada frase de la Ley (Pentateuco) era verdad, ¿quién soy yo para pensar lo contrario?
Si creo y confío en Jesús, y Él creía en la Biblia, yo también quiero creer en la Biblia porque confío en Él.
Bendiciones, gracia y paz.
Fuente: Youversion (introducción a la apologética)
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