Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Romanos 15:4, que traducido a nuestro lenguaje actual dice:
Todo lo que está escrito en la Biblia es para enseñarnos. Lo que ella nos dice
nos ayuda a tener ánimo y paciencia, y nos da seguridad en lo que hemos creído.
Si tomamos nuestras Biblias, tenemos a Abraham como ejemplo de una gran fe; lo
vemos intercediendo por su sobrino Lot, para que Dios guarde su vida; a José,
cuyas circunstancias preparadas por Dios de antemano, sirvieron para preservar
la vida de Su pueblo; a Moisés, instrumento divino, quien liberó al pueblo de
Israel de la esclavitud egipcia. Todas las plagas y desgracias que cayeron
sobre Egipto no tocaron al pueblo escogido por Dios, a pesar de su convivencia.
Y podría seguir, pero el post sería demasiado extenso, en cambio, profundicemos
y reflexionemos en cuánto sentido y valor cobran estas palabras hoy en medio de
tanta incertidumbre, engaños, manipulación, violencia y rechazo hacia Dios.
Me recuerda lo propensos que somos a tener más presente lo negativo, lo que nos
falta, y a olvidar las cosas buenas, agradables, las bendiciones de Dios en
nuestras vidas, tal como los israelitas hicieron en aquella época, cuando a tan
solo unos pocos días de su liberación, y qué liberación, ¡¡cruzaron en medio
del mar en seco !! y se quejaron contra Dios en el desierto, deseando regresar
a su esclavitud. Qué insensatos fueron y más insensatos aún nosotros cuando
hacemos lo mismo, pues ellos sirven de ejemplo, tenemos la bendita Palabra de
Dios por enseñanza, tal como nos muestra el versículo que nos ocupa hoy; así
que no tenemos excusa. Debemos dejar de lado nuestra pereza y negligencia;
enfocarnos en la meta, como dice el apóstol Pablo en Filipenses 3:14, sin perder de vista lo
verdaderamente importante Colosenses 3:1-2, y a cambio Dios nos dará lo que
nos prometió. Jeremias 29:11, Isaías 26:3, Filipenses 4:6-7.
Recuerda siempre quién está en control absoluto de todo aunque no lo parezca, y
exclama como el salmista "alzaré mis ojos a los montes, de dónde vendrá mi
socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la
tierra." Salmos 121:1-2.
Señor, en este día que tu gracia nos regala, permítenos vivirlo en paz, con
gozo y en agradecimiento a Ti por todo cuanto has hecho y harás por nosotros.
Ayúdanos a ser diligentes, consagrados y a recordar las implicaciones del
sacrificio de tu Hijo Jesucristo, tus promesas y quien Tú eres. Gracias por tu
misericordia, en el nombre de Jesús, amén.
Bendiciones,
Gracia y Paz
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