Jesús le respondió: «Marta, Marta, estás preocupada y aturdida con muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará.» (Lucas 10:41-42. RVC)
Miren que yo les he dado a ustedes poder para aplastar serpientes y escorpiones, y para vencer a todo el poder del enemigo, sin que nada los dañe. Pero no se alegren de que los espíritus se les sujetan, sino de que los nombres de ustedes ya están escritos en los cielos.» (Lucas 10:19-20. RVC).
Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: «Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para pescar.» Simón le dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red.» (Lucas 5:4-5. RVC).
A primera vista, pareciera que estos versículos no tienen nada en común, excepto haber sido escritos por Lucas. Pero al analizarlos con detenimiento, meditando en ellos y con la revelación del Espíritu Santo, podemos descubrir que tienen el mismo mensaje.
Veamos:
Cuando Jesús visita a Marta y María, nota cómo la primera se deja llevar por el estrés que causa estar en constante actividad, pendiente de muchas cosas al tiempo y haciéndolo todo ella misma; contrastado con la paz y tranquilidad de María, quien está feliz a los pies de Jesús, disfrutando de su compañía y escuchándolo, escogiendo así la mejor parte, dicho por el mismo Jesús, quien venía de estar reunido con los 72 discípulos, a los que había enviado a los pueblos a predicar y les enseñaba precisamente, qué era lo verdaderamente importante. “Pero no se alegren de que los espíritus se les sujetan, sino de que los nombres de ustedes ya están escritos en los cielos.” (Lucas 10:20. RVC).
Ahora bien, pasemos a la tan conocida historia de la Pesca Milagrosa. Aquí, el panorama no es tan distinto, a no ser por el lugar físico. Simón (Pedro) y sus socios del negocio de la pesca, están cansados y frustrados, porque toda la noche han estado trabajando infructuosamente. Sin embargo, llega Jesús, les indica dónde pescar y el resultado es asombroso, demostrando que con Dios, todo es posible y que apartados de El nada podemos hacer.
Cuántas veces en nuestra vida nos sentimos como Marta o como Simón (Pedro), cansados y/o frustrados, sin obtener los resultados que queremos; porque todo lo queremos hacer a nuestra manera, en nuestras fuerzas, sin tener en cuenta a Dios y a Su perfecta voluntad. Recordemos que El tiene un plan maravilloso para nosotros y así nos sentiremos cuando estamos por fuera de el.
Entonces, la reflexión que hoy quiero dejarte es…. ¿A tu manera… o a la de Dios? Tú eliges.
Padre Misericordioso, es hermoso ver cómo tu Palabra es verdadera, real, sin contradicciones. Gracias por enseñarnos con amor y paciencia. Hoy te entregamos todas nuestras cargas, sabiendo que Tu tienes el control de todo. Hoy queremos descansar en Ti, porque sabemos que todo será para nuestro bien, aunque no lo veamos ni comprendamos de inmediato. A Ti sea el Honor y la Gloria. Te damos gracias en el nombre de Jesús. Amén.