jueves, 30 de julio de 2015

BIENAVENTURANZA vs FELICIDAD

(Mateo 5:3-12. NBLH)
Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
“Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.
“Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
“Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.
“Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
“Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.
“Bienaventurados aquéllos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.
“Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes.

La palabra bienaventurado, viene del griego “makarios” (término reservado para los dioses de la época, para expresar su condición de seres situados por encima de las penas y fatigas de esta tierra.) y del hebreo «ašrê» (o ashrêy, אשרי)*. Hoy día se traduce como “dichoso” o “afortunado”, ya que el término “feliz” se quedaría corto para describirlo. 

Si analizamos este pasaje de Mateo, a primera vista parecería contradictorio pensar o creer que alguien pobre, triste, humilde, hambriento y sediento, perseguido e insultado, pueda estar dichoso. El porqué viene después, cuando Jesús promete a los pobres y perseguidos el Reino de los Cielos; a los tristes, consolación; a los humildes, herencia de tierra; a los hambrientos y sedientos saciedad. 

Y si como ya vimos antes, las promesas de Dios se cumplen siempre, entonces por qué nos cuesta tanto creer? o quizá nos preguntamos, bueno y dónde está mi tierra? tengo hambre, y mi comida? estoy triste y sol@, quién me consuela?

Vivimos en un mundo donde nos acostumbramos a lo instantáneo, a lo inmediato, a lo tangible, y aquí Jesús está hablando de la vida eterna, no de hoy, no de mañana y por eso deja de ser atractivo para un mundo materializado, por lo que le restamos importancia, e incluso dudamos de su veracidad. 

Qué nos hace felices hoy en día? Tener el celular de última generación; tener el auto de moda; ganar un título universitario, una maestría; tener buen cargo y ganar buen sueldo; vestir a la moda; tener status. 

El problema con lo anterior, es que es momentáneo, no dura, pues una vez que compras el celular, ya sale otro mejor; cuando sacas el auto del concesionario, ya pierde su valor original porque deja de ser nuevo; tu cargo, sueldo y posición, durarán hasta que a tu jefe o la empresa para la cual trabajas lo decida; la moda cambia constantemente; tus conocimientos se vuelven obsoletos... en fin…Esto sólo te da la “sensación” de felicidad y es temporal. 

Por eso no es extraño ver gente enferma, estresada, en angustia permanente por vivir en una carrera constante contra el tiempo, afanados por siempre “tener”, “poseer”, “estar”; entonces en su frenética búsqueda de la felicidad, recurren a toda clase de métodos y sofismas de distracción, como andar de fiesta, el licor, las drogas, el sexo indiscriminado; otros optan por las tendencias de la nueva era, meditación, filosofía; y todo ésto, además de no servir, perjudica la salud y los aleja de Dios y de Su plan perfecto para sus vidas.

Estamos tan “aferrados” a nuestra vida, a ésta nuestra “realidad” que no nos percatamos de lo “real” y verdadera que es la vida eterna, donde recibiremos todas las promesas que Dios nos ha regalado y seremos Bienaventurados. Debemos tener fé y esperar con paciencia en El.

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. (Mateo 16:25. RVC) 

Y como dijo el Apóstol Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:21. RVC).



Amado Padre Celestial, gracias por tu Palabra; gracias por tus hermosas promesas y por enseñarnos que es mejor ser bienaventurado que feliz, aunque cueste más. Ayúdanos a comprenderlo y a ponerlo en práctica. En el nombre de Jesús oramos, amén. 







*Fuente: Wikipedia

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