En entradas anteriores, compartía acerca de que al leer la Biblia, para comprenderla e interpretarla correctamente, se debía seguir un sencillo principio que es el no extraer versículos aislados, porque su interpretación estaría sesgada. Siempre que leamos, debemos tener especial cuidado en el contexto y el significado de las palabras en su idioma original, además de conocer a quién iba dirigido y por qué, cuál era el momento histórico, etc. Por eso, para comprender un versículo, se debe leer todo el capítulo y para comprender el capítulo, se debe leer todo el libro y para comprender el libro, se debe leer toda la Biblia, ya que no se contradice y por el contrario, lejos de ser de interpretación personal, (de lo que yo crea o alguien más entienda sobre un pasaje) se interpreta a sí misma.
La Biblia originalmente estaba escrita en rollos, de corrido, es decir, no tenía las separaciones en capítulos ni versículos como la conocemos hoy día y asimismo se leía, lo cual evitaba tomar porciones individuales y separadas del contexto, como sí ocurre en nuestro tiempo.
Un claro ejemplo de ello, es este versículo de Mateo, del cual se ha desprendido toda una doctrina para atar demonios y desatar bendiciones y hacer declaraciones en el nombre de Jesús, que no tienen absolutamente ningún sustento bíblico y que más bien tienden a parecerse a los repetitivos rituales que tanto criticamos.
Veamos.. El capítulo 18 de Mateo comienza hablando sobre los niños tanto en edad, como niños espirituales (v.1-5) y continúa Jesús hablando sobre la posibilidad de caer que todos tenemos, de las consecuencias de quien nos haga caer y más aún a estos niños espirituales (v.6-9); seguido por la parábola de la oveja perdida (v.10-14), para llegar al tema del perdón (v.15-35) (tema central del capítulo).
Noten que todo está perfectamente hilado; es decir, el tema sigue una secuencia lógicamente concatenada, y no se ha pronunciado hasta ahora, ninguna palabra que tenga que ver con demonios ni bendiciones.
A partir del versículo 15 Jesús les está enseñando sobre cómo actuar dentro de la iglesia con alguien que falle, caiga o peque y cómo se debe perdonar. Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano; es decir aplicar la disciplina requerida y en consenso. (Mateo 18:15-17.RVR1960).
Y a continuación el versículo en cuestión… De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. (Mateo 18:18.RVR1960).
Jesús está hablando sobre PERDONAR, porque cuando no lo hacemos, quedamos “atados” espiritualmente junto con la persona que nos ha ofendido.
Y luego en los versículos 19 y 20, otros que también han sido bien torcidos, por cuanto se han separado de éste su contexto original. Jesús no ha cambiado de tema, sigue explicando lo que debe hacerse con “el hermano que peque contra ti”. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. (v. 19).
Dice “otra vez os digo”, para reafirmar que sigue hablando de lo mismo. Luego el ponerse de acuerdo, vale exclusivamente para saber qué tipo de sanción se le aplicará al pecador y no como se ha dado a entender y se ha enseñado que si 2 o más personas se reúnen a pedir “cualquier cosa”, Dios lo hará, y más aún creyendo que Jesús estará en medio de los reunidos en Su nombre.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (v. 20). Fíjense en el conector "PORQUE". Esto significa, no sólo que el tema sigue siendo el mismo, sino que Jesús estará presente para validar la aplicación de justicia dentro de la iglesia, nada más. No se puede ni se debe generalizar.
Pedro, quien había comprendido bien la lección, le pregunta a su Maestro, cuantas veces debía perdonar; no pregunta a cuántos demonios atar, o cómo desatar las bendiciones. Y Jesús le responde que “70 veces 7”, que significa siempre; siempre debemos perdonar para no quedar atados. Y continúa Jesús hablando del perdón, y les refiere otra historia, la de los deudores, la cual termina haciendo referencia a cuando oramos el Padre Nuestro pidiendo perdón de la misma manera como nosotros perdonamos.
Entonces, podemos observar, que en ninguna parte de este capítulo se mencionan temas de atar demonios ni desatar bendiciones, ni mucho menos que siempre que necesitemos o queramos que Dios nos responda una oración debemos ponernos de acuerdo con 2 o más personas porque así Nuestro Padre nos escuchará mejor. Igual, esto tampoco quiere decir que esté mal o incorrecto orar en grupo; es tan solo el sentido o la intención que se le debe dar, pues de ser cierto esto, invalidaría la oración privada y personal. De ahí la importancia de leer de corrido la Biblia y no versículos separados.
De hecho, en la Biblia sólo se menciona “atar y desatar” en 2 oportunidades: la que acabamos de ver y en Mateo 16:19 cuando Jesús le otorga las llaves del Reino a Pedro; que tampoco tiene que ver con demonios ni bendiciones.
Señor, santificado sea tu nombre. Te damos gracias por enseñarnos, por habernos dejado a tu Santo Espíritu quien nos recordará todas las cosas y nos conducirá a toda verdad; te damos gracias por un día más en el que podemos gozar de tu hermosa presencia y glorificar tu Santo nombre y te pedimos perdón por las veces que en medio de nuestra ignorancia y nuestra pecaminosidad, dejándonos llevar por nuestra comezón de oir, hemos caído en estos rituales de atar y desatar, de invocar el Santo Nombre de nuestro amado Jesús en vano, cada vez que nos reuníamos a orar en grupo, pues sabemos que El es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad, si vamos a El en actitud humilde y lo confesamos. En el nombre de Jesús te damos gracias y te lo pedimos, amén, amén y amén.
Bendiciones, Gracia y Paz
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