¡Bendice, alma mía, al Señor!
¡Bendiga todo mi ser su santo nombre!
¡Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguna de sus bendiciones!
El Señor perdona todas tus maldades,
y sana todas tus dolencias.
El Señor te rescata de la muerte,
y te colma de favores y de su misericordia.
El Señor te sacia con los mejores alimentos
para que renueves tus fuerzas, como el águila.
El Señor imparte justicia y defiende
a todos los que sufren por la violencia.
(Salmos 103:1-6.RVC)
En este Salmo el rey David nos recuerda las múltiples razones que tenemos para alabar y bendecir el nombre de Nuestro Dios y Señor, nos exhorta a no olvidar ninguna de sus bendiciones –que por cierto son muchas–. No obstante lo anterior, quiero enfocarme especialmente en una, en el versículo 3 El Señor perdona todas tus maldades.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9.RVR1960).
Ah… pero como nos cuesta a nosotros perdonar a quienes nos ofenden, aunque lo repetimos con la oración del Padre Nuestro y quizá no hemos discernido que es condicional. Le decimos a nuestro Padre, “perdónanos, así como nosotros perdonamos…..” Entonces qué pasa si no perdonamos? ¿ … y por qué no perdonamos?
Cuando el cojo vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les rogó que le dieran limosna. Entonces Pedro, que estaba con Juan, fijó la mirada en el cojo y le dijo: «¡Míranos!» El cojo se les quedó mirando, porque esperaba que ellos le dieran algo, pero Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero de lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!» Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó, ¡y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos! (Hechos 3:3-7.RVC).
De lo que tengo te doy… Esa es la razón por la cual no perdonamos o nos cuesta mucho hacerlo y es que definitivamente no podemos dar algo que no tenemos.. Cómo vamos a perdonar, sin antes recibir el don del perdón de nuestro Padre Celestial.. y no lo recibimos muchas veces porque creemos que nuestras faltas son tan grandes, que El no nos perdonará; nos da temor, vergüenza postrarnos ante Dios y confesarle lo que El ya sabe pero quiere escuchar de nuestros labios, que seguimos siendo humanos luchando con nuestras debilidades y por eso fallamos.
Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas !!ay de aquel por quien vienen! (Lucas 17:1.RVC).
porque tal vez caiga el justo siete veces, pero otras tantas volverá a levantarse; (Proverbios 24:16. RVC).
Debemos empezar por recibir Su perdón, perdonarnos a nosotros mismos y así seremos capaces de perdonar a los demás.
El Señor hoy nos está diciendo: “Como di, dad”; perdonaré tus ofensas, así como tu perdonas a los que te ofenden.
Y sólo en ese momento esta oración será verdadera y se cumplirá en nuestras vidas…Padre perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos….
Te alabaré con rectitud de corazón Cuando aprendiere tus justos juicios. (Salmos 119:7.RVR1960).
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. (Mateo 18:21-22.RVR1960).
Como vemos en estos versículos, el perdón no es opcional, es un mandato divino, que llenará de paz y bienestar a quien lo obedece; ya que cuando no lo hacemos, nos estamos haciendo daño a nosotros mismos y no lo que comúnmente creemos, que le hacemos daño a la persona que nos lastimó o nos falló; nuestro corazón se llena de resentimiento, de rabia y dolor, que con el tiempo se acumula a tal grado, que nuestro cuerpo empieza a pasar la cuenta de cobro en forma de enfermedades como hipertensión, taquicardias, fallas cardíacas, úlceras, etc. Estamos irritables la mayor parte del tiempo, nos cuesta relacionarnos sana y adecuadamente con los demás y ni siquiera sabemos el por qué. La falta de perdón es un mal tan grave, que puede incluso llevar a la muerte.
Te animo hoy a que tomes un tiempo a solas y con lápiz y papel en mano, escribas cada una de las cosas por las cuales debes arrepentirte y pedir perdón a Dios; recibe el bálsamo sanador de Su perdón; luego, perdónate a ti mism@ por las mismas cosas. Escribe otra lista de aquellas personas que de alguna manera te han hecho daño, te han lastimado y perdónalas de corazón; escribe otra lista con los nombres de a quienes tú has hecho daño, por pequeño que sea y de ser posible, comunícate con cada uno y pídeles que te perdonen por lo que hiciste. Notarás un cambio total tanto en tu entorno, como en tu interior. Dios Nuestro Señor te inundará de Su paz y Su amor infinitos y te sentirás más liviano. Vale la pena intentarlo.
Amado Señor, gracias por ese regalo maravilloso inmerecido, Tu perdón. Hoy queremos recibirlo para sanar nuestro corazón, para tener paz contigo, con nosotros mism@s y con quienes nos rodean. Te pedimos perdón, por no habernos acercado antes a Ti, humildemente y arrepentid@s para recibir este hermoso don y así poder compartirlo con los demás. Ahora sí podemos decir con toda tranquilidad y sinceridad.. Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén, Amén y Amén.
Bendiciones, Gracia y Paz.
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