Por lo general, no comparto testimonios o experiencias personales pues considero que el mayor testimonio lo ha dado Jesús, y si no creemos en ese, tan grande, menos vamos a creer en el de un simple mortal.
Hoy hago una excepción, sólo porque facilita el exponer el tema que nos ocupa…
Siempre, desde niña, por la Gracia de Dios –aunque no lo sabía en ese entonces – he gozado de una excelente memoria, casi fotográfica. Para mi siempre fue muy sencillo recordar fechas importantes, números telefónicos, direcciones, rutas, rostros, nombres, en fin… todo lo que se les ocurra que un ser humano pueda almacenar en su mente; pero eso cambió de un tiempo para acá, sobretodo cuando trataba de cumplir con este mandato del Señor “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (Deuteronomio 6:6-9.RVR1960).
Empecé a notar que se me dificultaba memorizar versículos bíblicos. A diario, al tomar la guía de lectura que nos facilita la Iglesia en la que me congrego, trataba infructuosamente de aprender de memoria el o los versículos sugeridos; mientras más me esforzaba, menos lo lograba. Entonces, decidí hacer un ejercicio e ir apuntando los versículos que sí recordaba y aunque no son muchos, son más de los que yo creía.
La verdad no entendía cómo esto era posible, pues nunca había intentado aprenderlos ni grabarlos en mi mente y ahí estaban; por lo que le manifesté al Señor mi inquietud en oración, agregando que me preocupaba el hecho de encontrarme en alguna situación en la que necesitara compartir una Palabra y no recordara qué decir, o que los versículos que ya había aprendido, no fueran los ideales para el momento. Y Dios me llevó a un pasaje donde Moisés le planteaba algo similar, acerca de su inseguridad para dirigirse al pueblo y a pesar de que mis limitaciones no son las mismas que las de él, esta Palabra se aplica perfectamente a mi caso particular. “Entonces dijo Moisés a Jehová: !!Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.” (Exodo 4:10-12.RVR1960).
Wow, qué tremenda lección de humildad me dio el Señor; ingenuamente creía que era yo la que le hablaría a las personas y no que era Dios a través de mi.
Pero yo insistía, porque ya me había ocurrido antes, que me bloqueaba y no salía una sílaba de mi boca y le decía al Señor: “las personas esperan una respuesta, algo y qué hago si en ese momento no me sale nada?” y Dios me respondió “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo.” (Eclesiastés 3:1.NVI).
De nuevo….sin palabras….
Y en cuanto a mi inquietud, sobre los versículos aprendidos, también me dijo que había ocurrido así, porque esos eran los que más necesitaba tener presentes para mi propia edificación.
Amad@ lector, si te identificas conmigo, si te has sentido de esta manera alguna vez, ya sabes que Dios tiene el control de todas las cosas.
Señor, te damos gracias porque nos permites compartir de tu grandeza y misericordia, para gloria de tu Nombre. Gracias por habernos escogido, por habernos apartado para Ti. Gracias por tu Amor y tu Perdón. En tus manos entregamos este día, nuestras vidas, nuestras labores, que tu voluntad buena, agradable y perfecta sea en nosotros hoy; nos regocijamos al saber que Tu estás en control de todas las cosas. En el nombre de Jesús, amén.
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