lunes, 28 de septiembre de 2015

LA ARMADURA DE DIOS

Por lo demás, hermanos míos, manténganse firmes en el Señor y en el poder de su fuerza. Revístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan hacer frente a las asechanzas del diablo. La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes! Por lo tanto, echen mano de toda la armadura de Dios para que, cuando llegue el día malo, puedan resistir hasta el fin y permanecer firmes. Por tanto, manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de justicia, y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno. Cúbranse con el casco de la salvación, y esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y manténganse atentos, siempre orando por todos los santos. (Efesios 6:10-18.RVC)

La sola presencia de Jesús era impresionante, inspiraba amor, paz y bondad, pero también autoridad. 

Al entrar Jesús en Cafarnaún, se le acercó un centurión, y le rogó: «Señor, mi criado yace en casa, paralítico y con muchos sufrimientos.» Jesús le dijo: «Iré a sanarlo.» El centurión le respondió: «Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa. Pero una sola palabra tuya bastará para que mi criado sane. Porque yo también estoy bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes. Si a uno le digo que vaya, va; y si a otro le digo que venga, viene; y si le digo a mi siervo: “Haz esto”, lo hace.» Al oír esto Jesús, se quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «De cierto les digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. (Mateo 8:5-10-RVC).

Los demonios le temían con tan solo detectar su presencia y se revelaban ante El. 

Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.) (Lucas 8:26-29.RVR1960).

En ninguno de los pasajes registrados en la Biblia, he leído que Jesús mencionara o se pusiera la armadura antes de expulsar demonios. (Ver Lucas 4:33-35; 41; Lucas 9:37-43; Mateo 12:22-23; Mateo 15:21-28). El simplemente daba la orden y los demonios salían, dejaban el cuerpo que estaban atormentando. Claro que si somos guerreros, soldados del ejército del Dios Viviente, no podemos ir desarmados y sin protección a la guerra; pero también recordemos a David quien optó por no utilizar la “armadura” de protección que le facilitaron para su enfrentamiento con Goliat; el contaba con su fe en Dios.

Durante varios años he escuchado y leído sobre la armadura de Dios (Efesios 6:10.18) y sigo escuchando como repiten (incluso yo lo repito) este pasaje a manera de oración como protección contra el enemigo y sus ataques. No se tú amig@ lector, pero yo no estaba comprendiendo muy bien de qué trataba todo aquello; hasta que Dios me reveló que sencillamente la armadura debía llevarla puesta siempre, como Jesús la llevaba; no se trata de repetirlo constantemente, sino de vivirlo siempre.

El pasaje en Efesios dice que antes que nada, debemos estar firmes en el Señor y en su poder (creer en El); lo otro es que la armadura no es opcional, es un mandato divino, sin el cual no podremos resistir en el día malo (y hay muchos) y al terminar, aún estar firmes…

EL CINTURÓN DE LA VERDAD = Jesús se describió a sí mismo como el Camino, la Verdad y la Vida; por eso debemos estar firmes en El. También en nosotros no debe existir la mentira, pues Satanás es padre de mentira y perdemos autoridad ante el y sus demonios.

LA CORAZA DE JUSTICIA = La coraza en un soldado protege sus órganos vitales porque cubre el pecho y abdomen; así es la Justicia de Dios para nosotros, por lo cual debemos buscarla. (Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su Justicia y todas estas cosas os serán añadidas. Mateo 6:33. RVR1960). Justicia entonces es sinónimo de amor de Dios y Santidad.

EL CALZADO = Simboliza la firmeza espiritual y la disposición y determinación de compartir las buenas nuevas (evangelio de la paz ) con todos. ¡Cuán hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas! Los pies del que anuncia la paz, del que trae buenas noticias, del que anuncia salvación, del que le dice a Sión: «¡Tu Dios reina!» (Isaías 52:7.RVC).

EL ESCUDO DE LA FE= La Palabra nos dice que este escudo es el único capaz de apagar las flechas encendidas que el maligno nos envía frecuentemente directo al corazón, con el cual se cree para salvación y es que sin fe es imposible agradar a Dios.

El CASCO DE LA SALVACION = El casco cubre la cabeza, pues en nuestra mente se libran las peores batallas. El enemigo ataca, poniendo pensamientos negativos y destructivos acerca de nosotros mismos y de los demás, haciéndonos dudar de nuestra salvación.

LA ESPADA DEL ESPIRITU = La hermosa palabra de Dios nos sirve de espada, que corta, atraviesa, penetra, alienta y ataca; es nuestra única arma de ofensiva; por eso debemos leerla para ser sabios, creerla para ser salvos y vivirla para ser santos.

Y no debemos menguar en nuestra oración; orad sin cesar dice el Señor; orar en todo tiempo y estar alertas.

La armadura no impedirá que el enemigo nos ataque, pero sí impedirá que nos dañe.

Si el enemigo quiere verte triste, recuerda que el gozo del Señor es tu fortaleza.

Si el enemigo quiere destruirte, recuerda que en Dios eres más que vencedor.

Si el enemigo quiere debilitarte, recuerda que todo lo puedes en Cristo que te fortalece.

Si el enemigo quiere acusarte, recuerda que Cristo es tu abogado defensor.

Si el enemigo quiere robarte tu paz, recuerda que Jesús te dejó la Paz que sobrepasa todo entendimiento.

Si el enemigo quiere quitarte tu vida, recuerda que Jesús vino a darte vida abundante.

Si el enemigo quiere engañarte, recuerda que conocerás la verdad y esta te hará libre (Jesús es la Verdad).

Si el enemigo quiere llenarte de miedos y temores, recuerda que el amor echa fuera el temor y Dios es amor.

Si el enemigo quiere confundirte, recuerda mantener los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

Y si el enemigo quiere quitarte tu fe, recuerda que la fe viene por el oir la Palabra de Dios.


Bendiciones.



Gracias Amado Dios por tu Palabra, por habernos dado un espíritu de poder, de amor y de dominio propio en vez de uno de cobardía. Ayúdanos a recordarlo siempre; ayúdanos a fortalecernos en ti; aumenta nuestra fe; que tu Santo Espíritu nos llene y nos guíe. En el nombre de Jesús oramos. Amén, amén y amén.

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