miércoles, 30 de septiembre de 2015

A TU MANERA O A LA DE DIOS?

La lepra era una enfermedad común en los tiempos bíblicos, la cual además de ser física, tenía una connotación espiritual al representar el estado del hombre a causa del pecado, mostrando sus efectos mortales y así como un leproso era desterrado y obligado a vivir aislado, de la misma manera, una persona que vive en pecado, está aislada de Dios e imposibilitada de tener comunión con El. En el AT el sumo sacerdote declaraba sana de lepra a una persona, luego de transferir su pecado a un animal, que luego era sacrificado. De igual forma, Jesús como el Sumo Sacerdote, toma nuestro lugar y paga por nosotros y nos declara limpios de la lepra del pecado. No existe otra manera, es la única, no hay otro camino, ni otro nombre bajo el cual podamos ser salvos.

En la Biblia encontramos varios relatos que involucran el tema de la lepra. Hoy quiero compartir la historia de Naamán, un hombre importante, general del ejército del Rey de Siria; muy valiente, le había dado varias victorias a su tierra, pero sufría de lepra y estuvo a punto de perder la bendición de Dios, por querer hacer las cosas a su manera y no a la de Dios...(2 Reyes 5).

Al servicio de su esposa estaba una joven israelita quien aconsejó que Naamán se presentara con el profeta Eliseo que estaba en Samaria para así ser curado de su terrible enfermedad. Naamán solicitó autorización de su rey, quien además le dio cartas para presentarse ante el Rey de Israel.

Naamán fue a ver a Eliseo, quien le dio una única, clara y específica indicación a seguir si quería ser sanado. 

Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne volverá a ser como antes era, y quedarás limpio de tu lepra.» Pero Naamán se enojó y se fue, mientras decía: «¿Cómo? Yo pensaba que ese profeta saldría a verme, y que de pie invocaría el nombre del Señor, su Dios, y luego alzaría la mano y tocaría la parte enferma, y me sanaría de la lepra. ¿Acaso los ríos Abana y Farfar, de Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿Y acaso no quedaré también limpio si me lavo en ellos?» Y muy enojado se fue de allí. Pero sus criados se le acercaron y le dijeron: «¡Ay, señor! Si el profeta te hubiera mandado hacer algo más impresionante, ¿acaso no lo habrías hecho? ¡Pues con más razón si te ha dicho: “Lávate, y quedarás limpio!”»

Naamán fue al Jordán y se zambulló siete veces, conforme a la palabra del varón de Dios, y al instante quedó limpio: Su piel se volvió tan suave como la de un niño. Entonces él y toda su compañía volvieron a donde estaba el varón de Dios, y una vez delante de él dijo: «Ahora reconozco que no hay más Dios en toda la tierra, que en Israel. (2 Reyes 5:10-15. RVC).

Así mismo actuamos nosotros muchas veces, queriendo relacionarnos y acercarnos a Dios a nuestra manera y no como El ha indicado que debemos hacerlo, no como a El le agrada que lo hagamos, olvidando que El es Soberano y tal como Naamán tenía su propia idea de cómo debía actuar el Profeta para sanarlo, ….«¿Cómo? Yo pensaba que ese profeta saldría a verme, y que de pie invocaría el nombre del Señor, su Dios, y luego alzaría la mano y tocaría la parte enferma, y me sanaría de la lepra. … (Vr. 11), así actuamos nosotros; no solamente desobedecemos a Nuestro Padre Celestial, porque pensamos que nuestra manera es mejor que la de El, sino que por lo general complicamos las cosas, lo que vivimos y los resultados que obtenemos no nos satisface y responsabilizamos a Dios. La instrucción era bien sencilla, ir y sumergirse en el río Jordán 7 veces, eso era todo!!!

Para nosotros hoy las instrucciones son bien sencillas....

Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos. (Juan 14:21. PDT).
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6. RV60)

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12. RV60)

Te dejo con esta sencilla reflexión…. A tu manera… o a la de Dios..?.... tu eliges


Bendiciones, Gracia y Paz


Padre Nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre, gracias por tu Palabra, gracias por el privilegio de disfrutar de este maravilloso día; te pedimos que nos perdones por las veces que hemos querido actuar conforme a nuestra voluntad y no la tuya, desobedeciendo tus claras y precisas instrucciones, quizá por considerarlas demasiado sencillas, o absurdas, porque desconocemos que tus pensamientos no son nuestros pensamientos. Ayúdanos a hacer tu voluntad y seguirte fielmente para glorificarte en todo lo que hagamos en cada área de nuestra vida. En el nombre de Jesús te lo pedimos y te damos gracias. Amén, Amén y Amén.

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