Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. (3 Juan 1:2-3.RVR1960).
Este hermoso saludo, cargado de buenos deseos para Gayo, de parte de Juan, me hizo reflexionar sobre la tan nombrada y mal interpretada prosperidad.
Veamos algunos de los significados que se encuentran en internet de las palabras PROSPERIDAD y PROSPERAR.
PROSPERAR = procede del latín prosperāre. ocasionar prosperidad. tener o gozar prosperidad, mejorar, avanzar,
PROSPERIDAD = del latín prosperitas, es el éxito en lo que se emprende. Bienestar, mejora de la situación económica o social. Éxito o desarrollo favorable de alguna cosa.
Como vemos, aunque no son palabras alusivas exclusivamente a un tema económico, es el enfoque principal que se le da en estos días.
Una vez conocido el significado de las palabras, lo que Juan le está deseando a su hijo en la fe, es que avance, mejore y crezca en todo lo material o físico, así como primero creció espiritualmente.
Hoy por hoy, desde la mayoría de los púlpitos se predica un mensaje enfocado hacia los beneficios que se obtienen por ser cristianos; pero poco se habla del evangelio, del que Jesús predicaba. Se muestra a un Dios, que más parece el genio de la lámpara y que cumpliendo con algunas condiciones, se obtendrá lo que se pida. Quizá, porque tratando de mantenerse fieles al significado de evangelio (Buenas Nuevas), muchos representantes de Dios “adaptan” el mensaje a la época actual y a las personas que lo escuchan para que se sientan bien; algunos lo hacen supuestamente, porque ya hay suficientes malas noticias en el mundo, tanto caos que un mensaje como estos, llena de esperanzas, falsas, pero esperanzas al fin y al cabo. Otros, por el temor de que a las personas no les guste y no regresen a la iglesia.
El Evangelio que Jesús predicó, generó demasiada controversia; porque siempre habrá quien no esté de acuerdo y no se trata de dar gusto a todos. Jesús murió para que tuviéramos salvación y vida eterna, pero a nadie obligó ni mucho menos engañó para que le siguieran o aceptaran. Nunca cambió el mensaje, nunca lo adaptó para evitar herir susceptibilidades u ofender; por el contrario, siempre se mantuvo firme.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. (Mateo 4:17.RVR1960).
Trabajen, pero no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual el Hijo del Hombre les dará; porque a éste señaló Dios el Padre.» Entonces le dijeron: «¿Y qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?» Jesús les respondió: «Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado.» Le dijeron entonces: «Pero ¿qué señal haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué es lo que haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, tal y como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer.”» Y Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo, que no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, sino que es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Y el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.» Le dijeron: «Señor, danos siempre este pan.» Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.(Juan 6:27-35.RVC).
Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede escucharla?» Jesús, al darse cuenta de que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les dijo: «¿Esto les resulta escandaloso? ¿Pues qué pasaría si vieran al Hijo del Hombre ascender adonde antes estaba? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de ustedes que no creen.» A partir de entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él. Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También ustedes quieren irse?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos, que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» (Juan 6:60-64;66-69.RVC).
En estos versículos vemos claramente, cómo Jesús predicó el mensaje, a pesar de que sabía lo que todos pensaban, sentían y cómo iban a reaccionar, aunque perdió seguidores, se mantuvo firme y fiel a la Palabra.
Siempre enseñó la manera correcta de vivir y comportarse; con amor y respeto, hizo que las personas confrontaran su pecado. (Ver Juan 4:16-30 y Juan 8:1-11).
Necesitamos escuchar el Evangelio de Jesús, fortalecernos en Su Palabra y en oración.
Luego volvió con sus discípulos, y como los encontró durmiendo, le dijo a Pedro: «¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora? Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.» (Mateo 26:40-41.RVC).
Prosperidad no es tener dinero, propiedades, poder, un buen carro, una posición. Prosperidad es poder disfrutar de cada bendición que Dios nos da.
Bendiciones.
Amado Jesús, te damos gracias por tu Palabra, gracias por el Evangelio, por esas buenas noticias que representan para los que en ti creemos, vida abundante y eterna, paz, amor, gozo, libertad, sanidad. Perdónanos por haber puesto nuestros ojos y nuestra esperanza en los tesoros que se corroen y haber descuidado los verdaderamente valiosos. Espíritu Santo, danos sabiduría y discernimiento al escuchar tu Palabra y que seas Tu, con tu Santa Unción llenando a cada ministro tuyo en la tierra, para que con denuedo impartan el mensaje sin adulterar. En el nombre de Jesús oramos. Amén, Amén y Amén.
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